Crear algo es un proceso misterioso, pero sobre todo difícil y lleno de momentos de duda sobre la propia capacidad.
Pero podemos empezar por preguntarnos si realmente es nuestra esa capacidad.
No sabemos cómo pensamos, cómo funcionan los procesos que nos hacen cobrar consciencia, y ciertamente tampoco sabemos cómo creamos.
Pero seguimos sintiéndonos responsables de esa capacidad, como si fuéramos totalmente dueños de ella.
Helicóptero de da VinciY si bien es cierto que toda creación implica esfuerzo, constancia y concentración, tampoco es algo que podamos conjurar a voluntad. No podemos forzar esa chispa súbita que llamamos inspiración, la idea que se aparece repentina y urgente para darle nacimiento, forma o el toque final a algo.
No creo en entidades invisibles que controlen o asignen inspiración a los seres humanos, el mundo ya es bastante complejo tal como es, y francamente no creo que seamos tan importantes para tener un servicio de administración creativa cósmica asignado al servicio de la humanidad.
Pero sí creo que somos un misterio para nosotros mismos, que lo que llamamos «yo» es demasiado pequeño y superficial para explicar lo que somos. Que muchas veces nos equivocamos al cargar con culpas y glorias que no le pertenecen a nuestra parte consciente, e incluso, que a veces no nos pertenecen a nosotros en lo absoluto. Que nos queda mucho por aprender como para tomarnos tan en serio y creer tanto que estamos bajo nuestro completo control.
Y en el fondo ya sabemos que para crear, no hay otra forma mas que intentarlo una y otra vez. Y esperar a que esa idea indefinible, esa sensación desconocida a la que atisbamos de reojo se manifieste de lleno. Y si no lo hace, intentarlo de nuevo, disfrutando de ese esfuerzo voluntario y dirigido que quizás no llegue a nada (en términos de éxito o de aceptación masiva), pero que tiene muchísimo significado en sí mismo.
fuente:http://ajmmekajros.com
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